Niño campesino

NIÑO CAMPESINO


La choza enclenque y parda lo acunaba en su puerta
con el orgullo ingenuo de las ramas torcidas
que tremolan al viento la flor que les nació..

Era un niño terroso que miraba el barranco.

Era un niño harapiento

con los ojos inmutables del indio

y los rasgos ariscos del negro.

Uno cualquiera de los cien mil niños
que nacen en las chozas marchitas de mi tierra..
Yo me detuve ante la puerta
y el niño de la choza
arrancó su mirada impasible del barranco
para fijarla en mi..

Yo le dije:

--¿Estás solo?

Y el habló con la voz candenciosa del indio:

--Las flores del barranco son amigas..

(Era un niño poeta.
Yo lo había presentido en los ojos profundos.).

--¿Pero no tienes miedo?

Y él habló con la voz jactanciosa del negro:

--Yo soy el macho, ¿sabe?
Mi hermanita se jué con mamá a cortar leña..

(Era un niño valiente
Yo lo había presentido en los rasgos audaces.).

Despues le hablé del palpitar del río,
del verde hecho ternura en la hondonada
y del verde bravío de la montaña.
Él me dijo que amaba el sonido del viento
y el azul valeroso de los cielos desnudos
y el canto y el plumaje de los pájaros..

(Era un niño pintor,
o músico,
o poeta.).

Sirviome agua de la tinaja grande
y cuando me marchaba
me tendió la sonrisa fraterna de los negros..

Y se quedó mirando su paisaje
y aferrado a su choza
como la flor al árbol..

Yo descendí la cuesta
desbandando mi palomar de angustias
por los niños poetas,
por los niños pintores,
por los niños artistas
que nacen en las chozas marchitas de mi tierra
y se quedan mirando los barrancos
para toda la vida.

Por la obra que nunca ha de nacer
porque están en el mundo con las manos cortadas
esos niños terrosos de las chozas marchitas.

Miguel Otero Silva

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