Teatro

EL NIETECITO de JACINTO BENAVENTE

COMEDIA EN UN ACTO
Estrenada en el Teatro del Príncipe Alfonso el 27 de Enero de 1910.
(Comedia en un acto inspirada en un cuento de los hermanos Grimm).

PERSONAJES ACTORES


MARTINA
JUAN
EL ABUELO
EL Tío SATURIO
EL NIETO


EL. NIETECITO

ACTO ÚNICO

Casa pobre.

ESCENA P R I M E R A

MARTINA y JUAN
MARTINA: Te digo que no hay paciencia...
JUAN: Pero, mujer... ¿Y qué quieres que yo le haga? Es mi padre...
MARTINA: ¡Tu padre! ¡Tu padre I Razón para que no anduviera murmurando de mí por todo el pueblo. Ayer tuve una muy gorda en el arroyo con la Patro, la de Matías el sordo..., hoy he tenido otra en la Plaza con la del tío Piporro... Y es tu padre, que va diciendo por ahí que aquí le tratamos como a un perro, después de haberle gastado la hacienda... ¡Buena cuenta hubiera él dado de todo! Ya veíamos el paso que llevaba... Si nosotros no nos hubiéramos hecho el cargo... y de mí, ¿qué motivos tiene para que jarse...? El es quien me trata como a una cualquier cosa, y siempre está gruñendo por todo... Yo, ¿en qué le falto? Dilo tú... ¿Le falto yo en algo a tu padre? Dilo, hombre...Que parece que le quieres dar la razón todavía... Esto me faltaba... Seré yo la que está demás en esta casa... ¡No es eso!
JUAN: ¡Calla, mujer! Si yo no digo nada... Lo que te digo, es que a las personas en llegando a cierta edad hay que dispensarlas más de cuatro cosas. Padre va para los ochenta... Pero él quiere hacerse la ilusión de que todavía puede valerse y de que es muy nuevo... Y como está hecho a mandar siempre en todos y a que todos le obedezcamos, no se hace a verse arrinconado...
MARTINA: Para lo que le conviene ya sabe valerse, ya. En casa, mucho lloriquear y mucho quejarse de achaques...; pero para andar por ahí de corro en corro á despellejarnos, bien terne está. Ahora mismo estará en la sola na con todos los holgazanes, y cuchareteras del pueblo, contándoles si le damos de comer en un rincón y si duerme en el suelo sobre un montón de paja... Como si estuviera para dormir en una cama... para caerse como la otra noche y que nos dé un susto, ni se le pudiera poner á la mesa, para romperlo todo, que me ha dejado sin platos y sin vasos... Hasta la cazuela de barro me ha roto esta mañana... Así es que le tengo esta escudilla de madera para que coma...
JUAN: ¡Mujer! ¡La del perro!
MARTINA: La he fregao muy bien... Nos dejaría sin cazuelas... Está too temblón... Y que yo creo que lo bace adrede pa desesperarme.
JUAN: ¡Mujer! Eso no.
MARTINA: Todos los viejos tienen muy mala intención... Y tu padre la ha tenido siempre conmigo; pa ver que tú y yo tengamos cuestiones. Se goza en eso.
JUAN: ¡Mujer!
MARTINA: Mira ande viene Antolíu... Se lleva el chico pa que le oiga hablar mal de nosotros... A bien que me lo cuenta too...

ESCENA II

Dichos, EL ABUELO, EL NIETO
ABUELO: No corras, demonio... Me trae a la rastra. . . Condenao de chico. , .
NIETO: Pa qué está usté tan viejo...
ABUELO: ¡A ver si te doy! ¿Es este el respeto que tieés a tu abuelo! Por supuesto, así te enseñan. No tienes tú la culpa, no.
MARTINA: Eso, eso. Soliviante usté también al chico.
ABUELO: ¿Os parece decente cómo me trata! Delante de todos me ha levantao la mano.
JUAN: ¡Antolín!
ABUELO: Si uno de mis hijos se hubiera atrevió a tanto con mi padre..., la mano le corto...Ya lo creo.
MARTINA: Gomo vuelvas a ir con el abuelo a parte ninguna... ¿Qué te tengo dicho? NIETO: Si es él el que quiere llevarme siempre consigo... y no quiere que me aparte de su lao... y yo me canso... no quiere más que estar sentao.
ABUELO: Y él no quiere más que hacer barrabasadas... Con todos tiene que meterse... Anda, anda, que buena crianza te están dando. Ya verás cuando tengas que ir a servir a un amo o a servir al rey, ya aprenderás, ya...
NIETO: ¡Ay, madre!
MARTINA: ¿Qué te pasa?
NIETO: Que el abuelo siempre me está diciendo que me van a pesar mucho cuando sea grande.
MARTINA: No sabe más que atemorizar al muchachito. ¡Se goza en eso!
ABUELO: Le digo lo que tié que pasar, pa que lo sepa, que no es hijo de rico.
MAETINA: Pasará lo que pasamos tos...; pero no sé qué saca usté con decírselo. Calla, mi rey...Que el abuelo no sabe lo que se dice...
ABUELO: Así, así... pa que me respete... Anda, pégame, hijo... pa dar gusto a tu madre... que quisiera verme muerto...
JUAN: Vamos, padre,
ABUELO: Y hace bien. Si mi hijo se lo consiente... Pa que tu madre, que en gloria esté, delante de mí le hubiera faltao a mi madre, que Dios perdone... Pué que del primer zurrío...
MARTINA: Los viejos no se acuerdan ustedes de tiaa. Siempre creen ustedes que en su tiempo oran otras cosas.
ABUELO: En mi tiempo había más respeto a los padres y más temor de Dios.
MARTINA: Tampoco los viejos serían tan casquivanos, ni querrían presumir de mozos.
ABUELO: Mi padre murió de noventa años, y, mientras vivió, en nuestra casa no se oyó más voz que la suya...
MARTINA: Claro está. Como que le dejaron ustedes solo y así murió, con el perro al lao por toda compañía...
ABUELO: ¡Mientes, deslenguada, mientes!
MARTINA: El deslenguado y el escandaloso es usted, que nos anda desacreditando con too el pueblo... A mí y a su hijo...
ABUELO: Lo que hago es no decirle a nadie lo que yo paso... cuando tóos mo dicen que no debiera pasar por ello.
MARTINA: Los que quisieran gobernar en la casa de uno, como si en la del que más y el que me nos no hubiera que poner orden...
JUAN: Bueno. ¿Queréis dejarlo ya"! Calla tú, y usté, padre... Vamos a comer, que es la hora...
MARTINA:Too está listo.
JUAN: Pues a comer.
ABUELO: Yo, a mi rincón.
MARTINA: Aquí tié usté.
NIETO: La cazuela del perro.
MARTINA: ¿Te pues callar, condenao
ABUELO: Esta no se rompe; ya pues estar tranquila.
MARTINA: Así nos quitamos de disgustos. ¿No te gusta?
JUAN: Es que no tengo gana. Almorcé mucho.
NIETO: Póngame usté más, madre.
MARTINA: Toma... ¿Lo ve usté? Si hubiera sío de barro... Luego dirán...
ABUELO: Es que hoy estoy más temblón que nunca... No sé qué tengo...
MARTINA: ¿Qué ha de tener usté? Lo que tendremos todos si Dios no se acuerda antes de nosotros. . Años...
ABUELO: Años y penas... que es lo mismo, cuando a la vejez no hay el consuelo de los hijos...
MARTINA: Quéjese usted. 'Quiere usted más?
ABUELO: No... no quiero más... Toma... no se caiga otra vez...
JUAN: ¡Ea!..., yo voy pa la herrería, que dejé un piro a afilar...
MARTINA: ¿No quieres la ensalada?
JUAN: No.
MARTINA: No has comió nada. ¿Qué tienes?
JUAN: ¿Qué he de tener? (Sale.)
MARTINA: ¿Qué ha de tener? Que usté ha de desazonarnos a todos...
ABUELO: Yo tenía que ser... ¡Ay, si los hombres supieran ser hombres! Cría hijos con las fatigas del mundo, pa que cualquier mujer los gobierne luego... que le pegarían a uno, si ella se lo mandaran...
MARTINA: Así me paga usté más de cuatro cuestiones que yo le evito con su hijo. A usté hay que dejarle...
ABUELO: Más dejao que estoy...
NIETO: Déme usté otro cacho de pan, madre.
MARTINA: Toma... Y ahí te dejo con el abuelo... A ver si no tenemos pelea...
NIETO: Yo voy con usté, madre...
MARTINA: Que no vienes..., que voy a llegarme a casa de una vecina que está muy mala... y no hace falta chicos...
NIETO: Yo no me quedo con el abuelo.
MARTINA: ¡Mira que te doy!
NIETO: Ya le diré a padre que me ha pegao usté por culpa del abuelo.
ABUELO: Sí, sí... Contra mí todos... Toda mi sangre…
MARTINA: Ahí se queda usté. (Sale.)

ESCENA III
EL ABUELO, EL NIETO

ABUELO: ¿No me das un cacho de pan?
NIETO: Si usté ya ha comió.
ABUELO: Anda, anda, que era por probarte la voluntad... y por si podía comer en esta casa un cacho de pan que no fuera amargo...
NIETO: Que no me haga usté miedos, abuelo.
ABUELO: ¿Yo...? ¡Pobre de mí! (Asoma a la puerta el tío Saturio. Sale el Nieto.)

ESCENA IV

EL ABUELO, EL TÍO SATIRIO

SATURIO: La paz de Dios, Ave María...
ABUELO: Sin pecado... ¡Ali! Que eres tú, Saturio
SATURIO: Yo mesmo,
ABUELO: ¿De ande vienes?
SATURIO: De ande mismo siempre... ¡Que! ¿No está la Martina !
ABUELO: Mismo ahora salió... ¿Cómo te pinta?
SATURIO: Viviendo vamos... ¿Y usté?
ABUELO: No tan bien como tú. Que tú al fin y a la postre... te bandeas solo…
SATURIO: ¡Tan solo!
ABUELO: ¿Supiste de tus hijos?
SATURIO: De ninguno de ellos sé, va pa tres años... ¡siete hijos escarriados por el mundo! De alguno sé que vive muy regularcitamente… Le escribí por si en algo quería valerme...
ABUELO: Y no tuviste respuesta... ¡Y tus hijas?
SATURIO: Esas son peores... que aún tienen valor para pedirme a mí... sabiendo cómo vivo, de las buenas almas... que van faltando más cada día...
ABUELO: Ese es el consuelo... Que a mí aun me dolería más bailar caridad en los extraños, cuando no la tienen mis hijos... No habiéndola en parte denguna, señal será que no la hay en el mundo...
SATURIO: Mala cosa es llegar a viejo; pero nunca creí recibir este pago.
ABUELO: ¿De los hijos, dices? No esperes otro. Muchias veces de mozuelos... andábamos a nidos y nos traíamos pa casa las nidadas de pájaros... y los poníamos en jaulas..., y era de ver cómo los padres venían de muy lejos para dar de comer a sus hijos... y no les asustaban nuestras voces ni nuestros cantazos... Pero una vez que cazamos a los padres y dejamos en el nido a los hijos que ya volaban..., denguno vino a ver a los padres... Entonces no tenía uno capacidá… Pero bien había que aprender..., bien...Que si en el mundo tuviera que ser que los hijos fueran los que cuidaran a los padres, y no los padres a los hijos, ya se hubiera acabao el mundo, tío Saturio...
SATURIO: ¡Qué razón tié usté! Yaya... conservarse, que cuando Dios no se acuerda de nosotros, por algo será... Luego daré la vuelta por si tién voluntad de dejarme algo... que usté ya sé que no puede...
ABUELO: ¿Qué voy a darte yo? Que te mires en mí, que peor que tú lo paso... en casa de mis hijos...
SATURIO: Con Dios, abuelo.
ABUELO: Anda con Dios, Saturio...

ESCENA ULTIMA

EL ABUELO, MARTINA y JUAN; luego EL NIETO
JUAN: Entra pa casa y no me sofoques...
MARTINA: Pero, ¿no lo ves tú? ¿No lo estás viendo? ¡Que en todas partes tengan que decirme algo por la culpa de tu padre...!
JUAN: Si no fueras ande no te llaman...
MARTINA: ¿Qué le ha ido usté contando a la de Críspulo?
ABUELO: Yo, na. ¿Tú crees que no se sabe too en el pueblo? Yo nada digo, no por ti, por mi hijo... que más vergüenza pasaría yo de contarlo que vosotros de liacerlo y él de consentirlo...
MARTINA: Pero, ¿tú, oyes...?
JUAN: Calla, que...

(Entra el Nieto con unos pedazos de madera, un martillo y clavos.)

NIETO: Padre... Déme usté unos clavos pa apañar esto.
JUAN: Déjame ahora... ¿Qué andas haciendo ahí?
NIETO: Esto...
JUAN: ¿Qué es eso?
NIETO: Una escudilla como la del perro...
JUAN: ¿Eh? ¿Y quién te ha mandao a ti...? ¿Pa qué haces eso?
NIETO: Pa daros de comer cuando seáis viejos como el abuelo...
ABUELO: ¡Ah! ¡Los hijos!
JUAN: ¿Eh? ¿Qué dice este hijo?
MARTINA: ¡Jesús!
JUAN: Ya lo oyes...
MARTINA: ¡Señor!
JUAN: Nos está mereció, nos está merecío... Ven acá... ¡Padre! ¡Perdóneme usté, perdóneme usté!
MARTINA: sí, señor. ¡Perdónenos usté!
ABUELO: Ya lo veis..., ya lo veis... Todo se pasa. Hijo eres, padre serás; cual hiciste, tal tendrás. . .
JUAN: Ven a pedir perdón al abuelo y a quererle mucho y a respetarle mucho... como yo...
ABUELO: Como tú me respetes, eso es..., no como tú le digas...
MARTINA: Se sentará usted a la mesa... aunque lo rompa usté too, y tendrá usté su buena cama; y tú... ya estás tirando eso...
JUAN: No... Aquí siempre..., siempre delante... como en un altar...
NIETO: Yo no creí hacer mal alguno.
ABUELO: No, hijo mío..., al contrario... Mucho bien, mucho bien has hecho... Ven que te dé un beso. Ahora sí, ahora eres mi nietecito...
¡Bendito seas!

TELÓN

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LOS HABLADORES


(La escena representa una habitación de una casa modesta. Puerta de la calle a la izquierda y otra al foro. Una mesa, algunas sillas… Arrimadas a la pared opuesta a la puerta de la calle, habrá dos o tres esteras enrolladas.)

(Al levantarse el telón, se hallan en escenas Beatriz y Sarmiento, marido y mujer, ambos de mediana edad.)

BEATRIZ: ¿Me escuchas o no?

SARMIENTO: Te escucho, mujer, te escucho.

BEATRIZ: (Hablando, al igual que en casi toda la obra, con gran rapidez.) Pues has de saber, marido mío, que una, cuando habla, es por algo; que no soy yo de esas que se pegan a hablar sin ton ni son; que sólo los necios hablan por hablar, y los necios son tontos, y los tontos no razonan, y el que no razona debería tener quieta la lengua. Porque Dios nos dio el entendimiento para hablar, y hablando se entiende la gente, sino hablara yo, sería muda, y al que se muda Dios le ayuda, y…

SARMIENTO: ¡Basta, no aguanto más! Me voy a la calle. ¿Uf, qué mujer más habladora! (Sale por la puerta del lateral.)

BEATRIZ: ¡Hay que ver! ¡Y para esto se casa una! (Llamando) ¡Inés! ¿Dónde estás?... ¡Inés! ¡Inés! ¡Inés!

INÉS: (Por el foro) ¡Ya voy, ya voy, ya voy! ¡Jesús, usted, por el gusto de hablar, es capaz de llamarte trescientas veces!

BEATRIZ: trescientas dijiste y eso es cien veces tres. Si a trescientas le añades dos ceros, tienes treinta mil. Los ceros a la derecha de los números aumentan su valor. Lo que más vale es el alma, porque es eterna. La eternidad…

INÉS: (Tapándose los ojos) ¡Jesús, Jesús! ¡Todo el día si! ¡Esto no hay quien lo aguante!

BEATRIZ: Has dicho aguantar y has dicho bien; porque el que aguanta calla, y el que calla otorga, y más vale otorgar… (Sale Inés desesperada por la puerta del foro y tras ella Beatriz sin dejar de darle a la lengua. Queda la escena sola unos segundos y, al cabo, entra Roldán por la izquierda.)

ROLDÁN: ¿Habré logrado despistar a ese energúmeno? (Se asoma con precaución a la puerta de calle.) Si; ahí va con su garrote en la mano. Esperaré un ratito a que pase la tormenta. (Pausa) Parece que en esta casa no hay nadie. ¡Qué raro! (Se sienta.)

SARMIENTO: Entrando por la izquierda y reparando en la presencia de Roldán. ¿Eh?... ¿Qué hace usted en mi casa? ¿Quién es usted?

ROLDÁN: (Levantándose) permíteme que me presente, Roldán, para servirle.

SARMIENTO: Bien ¿y que es lo que quiere?

ROLDÁN: Pues vera usted; he visto la puerta abierta y…

SARMIENTO: no entraría usted a robar.

ROLDÁN: No, no; eso ni soñarlo. Mire, voy a ser franco con usted. Tiene cara de ser buena persona, y estoy seguro de que sabrá comprenderme. Me he refugiado aquí para huir de las iras de un tabernero, que me perseguía armado con un garrote…

SARMIENTO: ¿Y por qué?

ROLDÁN: Porque no le he pagado la cena.

SARMIENTO: Pues páguesela y en paz.

ROLDÁN: Eso ¡Nunca! Si pago, no debo, y para mí el deber es ante todo. Bueno, la verdad, es que no puedo pagársela porque no tengo ni un real. Ahora ya sabe usted porque estoy aquí. Pero si estorbo, me voy. Mi lema es: pasear, descansar y no estorbar. Pues el que estorba molesta, y al que molesta se le da un puntapié, y el que lo recibe no vuelve por otro. Y por esto, señor mío, pongo punto final y me voy. Yo soy hombre de pocas palabras; porque el que mucho habla mucho yerra y como dijo no se quien, el silencio es oro, y muchos se arrepienten de hablar, mas no de callar. Y esto, señor mío, es una verdad como un puño. Como dijo Cicerón o Américo Vespucio, pero para el caso da igual; lo cierto es que…

SARMIENTO: (Atajándole.) ¿Un momento, un momento! (Aparte.) Se me ocurre una idea. (Alto.) Caballero: ¿querría hacer un favor?

ROLDÁN: ¿Un favor? Cuente usted conmigo. Siempre que no sea para pedirme dinero, claro, porque si es para eso da en el hueso. Los huesos de la cabeza son seis: un frontal, un occipital, dos parietales, dos temporales, un … (Sarmiento le tapa la boca con la mano y lo sienta en una silla.) Gmmm… Gmmm…

SARMIENTO: ¡Cállese de una vez y escuche, por favor! Ya se desquitará luego cuanto quiera. (Le saca la mano.) Verá. Tengo una mujer que es la más buena del mundo, pero también la más habladora que existió, existe y existirá por los siglos de los siglos.

ROLDÁN: Amén.

SARMIENTO: Y quiero que usted la cure.

ROLDÁN: ¿Yo? ¿Y cómo la he de curar?

SARMIENTO: Hablando.

ROLDÁN: ¿Hablando? ¡Hombre, eso es lo mío!

SARMIENTO: Le pagaré lo que sea. Le aseguro que no quedará descontento de mí.

ROLDÁN: Como me dé de comer, me basta.

SARMIENTO: ¡Cuidado, ahí viene! Disimule.

BEATRIZ: (Entrando) ¿Ya has vuelto, esposo mío? ¿Quién es ese hombre que está contigo?

SARMIENTO: Es un primo mío, que viene a pasar una temporada con nosotros.

BEATRIZ: ¡Ah, cuánto me alegro! (Aparte.) Así tendré más gente con quien hablar. (Alto.) Considérese usted en su casa, señor mío. Los primos de mi marido primos míos son. Los primos son los hijos de los tíos. Hay dos clases de tíos: los políticos y los carnales. La carne…

ROLDÁN: (Interrumpiéndola.) Dijo usted carnal y dijo bien. Hay carne de vaca, de pollo, de cerdo (con perdón) y de ternera. La ternera es la hija de la vaca. La vaca tiene cuernos y hace: " ¡Muuuuh!", el perro hace "¡guau!" , El gato "miau!", el grillo "cri-cri" y el gallo canta así: "¡Ki-ki-ri-ki!"…

BEATRIZ: (Interrumpiéndole a su vez.) Dijo usted gallo y dijo bien. El gallo es el macho de la gallina. La gallina está bien en pepitoria. La pepitoria se llama así porque la inventó un tal Pepito. Pepito es el nombre que se da a José…

ROLDÁN: Dijo usted José y dijo bien. El día de San José es el diecinueve de marzo. En marzo comienza la primavera, y en el estío se acaba el frío. Frío puede ser también del verbo freír. Se fríen las patatas, se fríen los huevos, se fríe el jamón…

BEATRIZ: Dijo usted jamón y dijo bien…

ROLDÁN: Se fríe la carne, se fríen los buñuelos, se fríen los churros…

BEATRIZ: ¡Ay, marido, que a mí me da algo!

ROLDÁN: Pero no hay que confundir los churros con el churrasco. El churrasco es un plato delicioso. No son lo mismo platos que platillos. Los platos sirven para comer y los platillos para tocar…

BEATRIZ: (Sofocada.) ¡Ay, marido que me desmayo! (Se deja caer en una silla pataleando cómicamente. Luego se queda rígida, cerrando los ojos.)

ROLDÁN: Pero ¿qué le pasa?

SARMIENTO: ¡Que le ha de pasar! ¡Que si no habla, revienta!

BEATRIZ: (Abriendo los ojos.) ¿Dónde estoy? (Reparando en Roldán.) ¿Pero aún está ese hombre en mi casa?... ¡Marido, échalo de aquí o me muero!

SARMIENTO: Calma, mujer, que solo estará tres años con nosotros.

BEATRIZ: ¡Tres años!... ¡Ay, de ésta sí que estiro la pata! (Y, en efecto, se pone a estirar una pierna y los brazos, con las mismas convulsiones cómicas de la vez anterior.)

INÉS: (Apareciendo por el foro.) Pero ¿qué pasa aquí? ¿Qué gritos son esos? ¡Señora! ¿Qué le sucede?

BEATRIZ: ¡Ay, que me ha de suceder, Inés! ¡Qué ese monstruo quiere quedarse viudo!

INES: Vamos, vamos…

BEATRIZ: (Llorando.) ¡Que va a ser de mí! ¡Tener que aguantarme tres años en mi casa a ese loro desplumado! (Vase apoyada en el brazo de Inés por el foro.)

SARMIENTO: (Frotándose las manos de alegría.) ¡Esto va bien! Dos sesiones más… ¡y curada por completo!

ALGUACIL: (Dentro, golpeando la puerta.) ¡Abran a la Justicia!

ROLDÁN: ¡La justicia! ¡Gran Dios! ¡Ese es el tabernero, que viene a cobrar su deuda! ¿Dónde me escondo?... (Da unas vueltas por la habitación sin saber donde meterse y al final se introduce en una de las esteras enrolladas que hay en el suelo.) Aquí no dará conmigo.

ALGUACIL: (Golpeando de nuevo.) ¡Abran a la Justicia! (Sarmiento abre la puerta y entra el alguacil seguido del tabernero, que trae un garrote en la mano.)

SARMIENTO: Pero ¿qué quieren ustedes? ¿qué voces son esas?

ALGUACIL: Este hombre, que dice que se escondió en su casa un individuo que le debe dinero.

TABERNERO: Si, señor; se largo sin pagarme la cena.

SARMIENTO: Le aseguro que aquí no entro ese hombre. Yo no he salido de casa y apuesto atestiguarlo.

TABERNERO: Tiene que estar aquí. (Esgrimiendo el garrote.) ¡Sal, bandido!

ALGUACIL: Si el señor dice que no está…

SARMIENTO: Lo más probable es que haya entrado en la casa de mi vecino. Lo mejor será que vayamos a ver.

ALGUACIL: Por probar nada se pierde. (Salen los tres.)

BEATRIZ: (Entrando con Inés.) ¡Tres años esa cotorra en mi casa! ¡Ay, Inés, qué desgracia!

INÉS: Vamos, señora, no se ponga así. ¿Lo ve? Ya se ha ido. Ahora podrá usted hablar cuanto quiera.

BEATRIZ: ¡Gracias a Dios que ahora podré descansar del silencio que he tenido!

ROLDÁN: (Asomado la cabeza por la estera.) ¿Silencio dijo usted? Pues dijo bien. Que el silencio es oro, y muchos se arrepienten de hablar, más nunca de callar; porque…

BEATRIZ: ¡Porque diablos te lleve, que vas a acabar conmigo! ¡Ay, yo vuelvo a desmayarme!

INÉS: Conténgase, señora; vamos, apóyese en mi. (Mutis ambas por el foro.)

SARMIENTO: (Entrando seguido del tabernero y del alguacil.) Bueno, no estaba. Renuncie usted a buscarlo y bebamos una copa. (Llamando.) ¡Beatriz! ¡Inés! (Entran ambas armadas con sendas escobas.) ¡Cómo! ¿Qué locura es ésta? ¿Qué van a hacer?

BEATRIZ: Nada, marido. Sacudir estas esteras, que están llenas de polvo. ¡Inés, dale duro!

INÉS: Descuide señora. (Se ponen las dos a dar escobazos a la estera en la que está Roldán, hasta que sale éste dando voces.)

ROLDÁN: ¡Ay! ¡Ay, que me matan! ¡Ay! ¡Ay!... (Corre perseguido por Inés y

Beatriz.)

BEATRIZ: ¡Toma, por sinvergüenza!

INÉS: ¡Toma por charlatán!

TABERNERO: ¡Anda, pero si este es mi hombre! ¡Ahora verás! (Se pone a perseguirlo también con el garrote.)

ALGUACIL: ¡Quieto! ¡Quieto he dicho! (Sacando la espada.) ¡Téngase todos! (Se hace el silencio.) Este hombre será juzgado según la Ley. (A Roldán.) Dése usted preso.

ROLDÁN: ¿Preso dijo usted? Pues dijo bien. Por que el preso no es libre, y la libertad…

ALGUACIL: ¡Basta! Aquí no han de valerle sus habladurías. ¡Vamos!

SARMIENTO: Un momento, señor alguacil. (Llevándolo aparte.) Suplico a usted que, por hallarse en mi casa. Esta vez no se lo lleve. Yo pagaré al tabernero, y le prometo que en cuanto cure a mi mujer se irá del lugar.

ALGUACIL: ¿Y de que la tiene que curar?

SARMIENTO: De hablar. Es una mujer muy buena, pero la más charlatana que hubo desde Eva hasta nuestros días.

ALGUACIL: ¿Y de qué modo puede curarla?

SARMIENTO: Hablando. Como él charla por los codos, mi mujer no tiene más remedio que callarse.

ALGUACIL: No es mala idea… Accedo con una condición.

SARMIENTO: ¿Cuál?

ALGUACIL: Que en cuanto sane a su mujer, se venga a mi casa a sanar a la mía, que padece del mismo mal.

SARMIENTO: Prometido. Y en ese caso no hay más que hablar. Inés, ve por el vino y tengamos en paz la fiesta.

ROLDÁN: - El pobrecito hablador
Su farsa aquí ha terminado.
Señores, si os ha gustado,
¡Un aplauso, por favor!

  Miguel de Cervantes Saavedra


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OBRA DE TEATRO


JEFATURA DEL PUEBLO
de Aquiles Nazoa

En un pueblo cualquiera del interior de venezuela, la mañana de un domingo. Acaba de formarse un pleito de gallera

MELECIO: ¡No, no ,ustè me paga mi gallo! ¡Eso lo arreglamos en la jefatura!

ULPIANO: Pero Melecio, chico, hazme el favor, ven acá, chico...

MELECIO: ¡No, señor! ¡Tu me pagas mi gallo, es lo que es!

ULPIANO: Bueno, vale, está bien; vamos a la jefatura y ya está.

UNA MUJER: ¡Ay, Dios mío dígame ese hombre peleando con su compadre de sacramento a ver si le sale el diablo! (Los de la disputa van a la jefatura con todo el pueblo atrás. La jefatura está cerrada. Tocan fuertemente al portón. Nadie contesta).

ULPIANO: Ahí ta, pues, la jefatura ta cerrada. Vamos a ver qué me vas a hacer ahora.

MELECIO: ¿Cerrada? ¡Ya me vas a pagar mi gallo es lo que es!

(Vuelve a tocar al portón varias veces, con largas pausas entre llamada y llamada, esperando inútilmente aque alguien le conteste. A las mil y quinientas oyen adentro una voz lejanísima. Se entabla a través de la puerta un diálogo a gritos, como los que se oyen junto a los ríos de una orilla a la otra).

LA VOZ: ¿Quién es?

MELECIO: ¡Gente de paz ! ¿Ahí ta el jefe civil?

LA VOZ : ¡Ta pa los toros coliaos!

MELECIO: ¿Y el secretario?

LA VOZ: Tampoco. ¡Ta pa una telnera en la orilla del río!

MELECIO: ¿Y el polecía?

LA VOZ:¡Salió pa ve un choque y no ha vuelto!

MELECIO: ¡ Ah caracha!...¿Y usté quién es?


LA VOZ: Yo soy el arrestao, pero no le puedo abrí porque me estoy bañando...

MELECIO: Ah bueno, mire, entonces ponga cuidado: cuando venga el jefe civil...
LA VOZ: Ajá...

MELECIO: ...usté le dice que por ahí vino Melecio a arreglá un asunto de un gallo que me malogró mi compadre Ulpiano... Pero que como él no estaba aquí, nosotros vamos a seguí peleando y volvemos más tardecita, ¿yalosabe?


LA VOZ: ¡Bueno, no tenga cuidao!...

MELECIO: Bueno, muy agradecido.
(Se dispone a irse pero...)

LA VOZ: ¡Mire!...

MELECIO: ¿Ajá?
LA VOZ: ¿Usté me quiere hacé un favor?...

MELECIO: ¡Cómo no!...

LA VOZ: Ah, bueno, mire. ¿Usté sabe ahí junto e la barbería del Tuerto Elías, esa casa e tejas donde se la pasa un mochito en la puerta?

MELECIO: Sí...

LA VOZ: Entonces, mire: me hace el bien de avisámele allá a Encalnación Carrillo que Ismaelito está arrestao desde anoche, porque estaba pelao en el botiquín de la plaza y le quebré la totuma e vidrio a la motorola...Y que me mande un pantalón, ¿sabe?, polque el que tengo es el de parrandeá...!

MELECIO: Ah bueno. Como a  mi compadre lo van a arrestá de toas maneras por el inconveniente 'el gallo, yo le digo que se lo mande con él. ¿Yalosabe?


LA VOZ: ¡Bueno!...

MELECIO: Bueno, pues.

LA VOZ: Bueno...

Obra de teatro: El ratón limpio y el ratón sucio

(una adaptación de los poemas "La basura" y "Educación ambiental" de la poeta Luisa Teresa Sosa)

Personajes:
-Narrador
-Ratón limpio
-Ratón sucio
La obra se desarrolla en una casa de ratones.
Narrador: Esta es la historia de dos ratones que eran hermanos. Uno era muy limpio y siempre trabajaba para tener la casa en orden y el otro era muy cochino, desordenado y haragán, por donde quiera que pasaba iba dejando basura y desorden, por eso siempre estaban peleando.
Entran en escena los dos ratones.

Ratón limpio: (Preocupado y molesto)
No puedo seguir así,
no colaboras en nada
y siempre estas ensuciando,
la paciencia se me acaba.
Ratón Sucio: (Despreocupado, bostezando)
Ah, no mijito querido,
qué tú quieres que te diga
limpiando todos los días
¿Quiéres que pase mi vida?
R.L: Sólo espero que procures
vivir en un ambiente sano
porque sino acabarás
comido por los gusanos.
R.S: (Asustado)
¡Hay mi hermano no me asustes!
Qué cosas tan horribles hablas.
Me tiemblan las pantorrillas
si el corazón se me apaga.
R.L: Si tú eres organizado
nunca sentirás temor
porque te habrás preparado
para así vivir mejor.

El ratón sucio asiente
 
R.L: Te sentirás responsable
por tu casa y por tu aldea.
por mejorar día a día
El medio que te rodea.
R.S: Gracias mi hermano querido
Por tu buena orientación
ypreparar el ambiente
para la conservación.
R.L: Si todos prestan su ayuda
con voluntad decidida,
pronto podrán mejorar
la calidad de la vida
R.S: Vamos a decirle al pueblo
a todos sus habitantes
que eviten en lo posible
los medios contaminantes
R.L: Así es, porque en mutua cooperación
debe trabajar la gente,
para poder resolver
los problemas del ambiente.
Narrador: y así nuestros ratoncitos
juntos fueron trabajando
para poder vivir mejor
enun ambiente más sano
Oye amiguito tu ambiente
tenerlo limpio procura
pues factor contaminante
siempre ha sido la basura
Si tú limpias tu casita
los males serán menores
no habrá plaguitas ni moscas
tampoco malos olores
Todos: Unidos colaboremos
y tendamos nuestra mano
a todo recolector
que tenga el aseo urbano.
Y colorín colorado
Esta obra ha terminado